martes, 12 de marzo de 2013

El efecto Twibookle: Tecnología llevada al extremo.

Imagen: aerva.com

Hace unos días, me acerqué a uno de mis estudiantes y empezamos a conversar sin rumbo ni tema aparente, y se dio la pregunta, bastante banal por cierto, de qué me gustaba hacer los fines de semana. Tras hacer un chequeo mental de mis actividades durante los dos días más sagrados de mi semana, respondí, sin orden de importancia, que me gustaba jugar videojuegos, escuchar música, cocinar y leer;  lo más sorprendente fue su expresión facial cuando mencioné la última, como si leer fuese tan peculiar como criar gallinas en un penthouse. No pudiendo aguantar la curiosidad, le pregunté:


-A ti no te gusta leer? –

Su respuesta no me sorprendió en lo más mínimo. “Que pereza leer, profe!”

Ahora, no es un secreto que el declive en la afición por los libros de las últimas generaciones hacen de los jóvenes lectores más que una regla, una excepción y  bien extraña. No, no fue eso lo que me provocó el “sacudón” mental que me condujo a la creación de este escrito, sino más bien, una duda subyacente a la respuesta de mi alumno, que perfectamente podría ser el eco de miles de chicos como él: en qué momento dejamos de leer, y aún más… cuando nos resignamos a  verlo como algo natural y hasta evolutivo?

La pregunta me dio escalofríos. El solo hecho de racionalizar que los jóvenes ya no leen es evidencia que nos cansamos de intentar. Y llegué a la conclusión que la mejor manera de disculpar nuestra rendición, es atribuyéndola al auge de las comunicaciones instantáneas, a la filosofía de la “conexión persistente” o, en fraseología popular, al haber nacido “con el mouse en la mano.”

La ironía, sin embargo, no se me escapa. He tenido todas las consolas desde que mi papá nos trajo un Nintendo como paliativo a la hiperactividad de que mostrábamos mi hermano y yo, pero el cual en realidad jugaba tanto como nosotros. Afronté mis primeros “cachos” encerrándome a jugar Final Fantasy VII en un PlayStation que compré con mis ahorros, y en adelante, aprendí a utilizar  los videojuegos no sólo como divertimento sino como terapia. Nunca he estado de acuerdo con la bendita relación entre ellos y la violencia mediática,  conexión inverosímil como en su momento intentaron establecer con los comics o el rock pesado. Aún hoy, tal y como se lo dije al chico, paso gran parte de mi tiempo jugando en mi flamante PS3, para gran tormento de mi mujer, cuya sonriente complicidad no tiene palabras. Tengo un computador que yo mismo construí y que perfectamente podría haber representado la cuota inicial de un apartamento de clase media, el cual almacena toda la evidencia fotográfica y musical de mis últimos 10 años, y en donde reviso mis 5 cuentas de correo, cuidadosamente monitoreadas y depuradas (bueno, todas menos una), cuando no estoy conectado en mi smartphone con un sistema Android no oficial que yo mismo instalé. Yo soy el geek  por excelencia.

Cómo puede una persona como yo, que se mueve todos los días en el ámbito interminable de la tecnología,  declararla responsable del letargo que hoy afecta a nuestra sociedad? Es algo casi blasfemo, de verdad, pero en mi defensa, yo sí tuve la oportunidad de vivir mi niñez en un entorno donde más me importaba salir en una foto sin pensar en cuantos Likes  podría generar.

Aclaro, eso sí, que el fin primordial de la tecnología, es y ha sido facilitar la vida del ser humano… no reemplazarla. Nuestra total interacción social se basa en nuestro Estado en las redes sociales, hasta el punto que ninguna relación es oficial, hasta que se confirma en Facebook. Nuestras opiniones hoy se miden en 140 caracteres o menos, y el nivel de popularidad se cuenta en hits de YouTube.

Y ahora, las malas noticias.

Estudios realizados por el Departamento de Psicología de las Universidades de Columbia y Harvard demuestran que en el auge de Google como rey absoluto en motores de búsqueda, éste se ha convertido en “una memoria transaccional externa que nos evita el ejercicio de recordar, limitando nuestra capacidad de retentiva de manera sustancial” (fuente: http://www.sciencemag.org/content/333/6043/776.abstract).
Y tiene mucho sentido: al fin y al cabo, para que hacer el esfuerzo de acordarnos del nombre de la canción que sonaba cuando conocimos a aquella persona especial, o del actor de esa película que marcó nuestra niñez, si toda la información que podamos necesitar está a total disposición en unas cuantas pulsaciones de teclado. Es más, es suficiente hacer la prueba con nuestros propios hijos o alumnos, cuya dependencia en “googlear” (verbo hace rato aceptado por la Real Academia, a propósito) raya en la adicción, al punto que tareas que no requieren consulta y que abiertamente invitan a la opinión propia e individual terminan inevitablemente impregnadas de Wikipedia.

“Es el avance imparable de la tecnología”, dirán algunos, “cuando en mi época necesitábamos comprar enciclopedias, hoy mi hijo desde su computador lo encuentra todo... y gratis”
Hombre, ¿si será gratis? Entonces, ¿por qué el costo pareciera ser sacrificar su creatividad y la capacidad de opinar? Si bien Google nos abrió las puertas a un vasto arsenal de información, también da la impresión que es la nueva generación la que sufre los efectos de semejante sobrecarga sensorial. Y los efectos secundarios ya se empiezan a ver, no sólo en el rechazo casi patológico a la lectura, sino en la triste ortografía de quien depende estrictamente del auto corrector, en relaciones sociales que nacen y mueren en Facebook y en lacónicas respuestas que deben su brevedad a Twitter.

Bienvenidos al Efecto Twibookle, la dependencia nociva en la Trinidad de la tecnología moderna: Twitter, Facebook y Google.

El sitio Social Media Today  (http://socialmediatoday.com) tiene un artículo bastante interesante escrito por Kevin Cain que ilustra los efectos negativos de Facebook, llegando al punto de “transformar el lenguaje en sonidos monosilábicos y la interacción emocional en emoticones” (fuente: http://socialmediatoday.com/kcain/568836/negative-effects-facebook-communication) Si el lenguaje de por si es influenciable por su entorno, estamos viendo como el auge de la comunicación instantánea no lo enriquece sino que lo desnutre, y somos testigos resignados de ello. Valdría la pena replantear qué tanta inmersión a la tecnología es aceptable a temprana edad donde se vuelve costumbre exponer a los niños al computador incluso antes de aprender a leer.

Por eso sugiero, sin satanizar ningún aspecto de la tecnología moderna, invitar a padres y maestros a que evalúen las prioridades no sólo intelectuales sino sociales de nuestros niños, e invertir en programas que motiven la lectura, el contacto social y el criterio creativo generando jóvenes integrales que sepan adoptar la tecnología (idealmente después de segundo o tercer grado de primaria) desde una perspectiva más madura, más reposada.

Para concluir, cabe anotar que ninguno de estos servicios es inherentemente más negativo que un martillo en malas manos. Palabras más, palabras menos, “no es la herramienta, es el uso que se le da”. Sin embargo, para muchos de nuestros hijos y alumnos, este es el único mundo que han conocido, casi genéticamente predispuesto. Pero si hay un mundo más allá, un universo al cual les costará mucho más trabajo acceder si a futuro, sus habilidades sociales se encuentran terminalmente atrofiadas.
Y es un universo que aún espera visitantes, que sean partícipes … no seguidores.










Pablo del Pino Mejía es Ingeniero Certificado por Microsoft, Symantec y GIAC en temas de Seguridad Informática e Infraestructura de Redes de Datos. Ha dictado varias charlas de sensibilización en diversas empresas del sector comercial, educativo y financiero sobre Manejo de Información,  y actualmente se desempeña como Jefe del Área de Informática en el Colegio Theodoro Hertzl y como Consultor Independiente en Del Pino Consulting (www.delpinoconsulting.com)



2 comentarios:

Anónimo dijo...

Desde mi perspectiva es bastante claro la crisis no sólo académica sino humana por la que estamos atravesando debido a diferentes condiciones del medio, bien sea por el "buen o mal" uso que estamos dando a éste tipo de medios tecnológicos, es real y evidente; pero caer en un absolutismo del poco acercamiento que tienen hoy nuestros niños y jóvenes hacia la lectura sería una afirmación que debemos volver a evaluar, claro está, entendiendo la lectura no sólo como un proceso de decodificación de grafías y posteriormente un proceso de interiorización reflexiva, sino también como todo aquello que el sujeto experimenta cuando realiza un proceso de análisis del medio, de su propia realidad, comportamientos, conductas entre otras, lo que indica que el ser humano no sólo lee grafías, y teniendo en cuenta también que hoy nuestros jóvenes y niños, cuentan con ciertas características propias como la visualidad antepuesta a otros procesos quizá un poco más rigurosos, y que a su vez cumplen con una función específica en el proceso de enseñanza-aprendizaje de nuestros estudiantes.
En cuanto a la responsabilidad que hoy tienen las familias, los educadores y la sociedad misma, es pensar inmediatamente en ¿Cómo hoy los educadores hablo por el área Lengua Castellana, estamos abordando este tipo de dificultades? ésta área, que muchos dirían que son los directos responsables de tan caótica situación, desde una mirada académica no somos sólo promotores, bibliotecólogos y docentes quiénes deben orientar este proceso, aunque es necesario hacer hincapié que muchas de las metodologías, pedagogías y tratamientos que se les está dando a éste tipo de procesos no son los adecuados para el momento lector por el que atraviesa el estudiante.
Por otro lado, parafraseando un poco el punto de “la educación tecnológica no debe ser tomada tan prematuramente” , en cuanto a la educación informática a muy temprana edad, que implica el contacto que tienen hoy los estudiantes, hablo niños específicamente de pre-jardín, transición, primero y segundo con algunos medios tecnológicos, llámese computador, ipod, entre otras. ¿Los adultos tenemos un criterio claro frente a la utilización de algunos medios tecnológicos? ¿Cómo nuestros niños van anteponer este proceso y en un segundo plano los demás componentes educativos?, Si nos remitimos a la experiencia académica de un niño, podríamos inferir que algunos de ellos aún no cuentan con una posición estable frente a temas tecnológicos y su implicación frente a riesgos que pueden presentarse por su mal uso. Mi posición frente a éste, no contempla sólo la poco o mucha madurez cognitiva, física, psicológica y académica que pueda tener los niños, sino la ausencia de una posición crítica frente a este tipo de temas, y más si algunos de los responsables bien sea los mencionados anteriormente y los mismos familiares no construyen en sus hijos una sensibilización y concientización de algunos ritmos de aprendizaje que no precisamente comprenden anteponer una máquina a un contacto físico humano-social.

Natalia P.

Daniel Lotero Arias dijo...

Bueno, mi querido amigo...

Yo personalmente me encuentro en una verdadera revolución tecnológica acá ya tengo, play 2, computador, iPad, TVE digital, todo esto me transforma claro, en mi vida personal, pero no me cohibe ni pienso que lo haga, la mas media ha dicho y seguirá diciendo que esta en las manos del usuario utilizar sus bondades, y así mismo somos nosotros los que decidimos si dejarnos llevar por la hola tecnológica, ahora; personalmente, me complace decir que soy usuario de tableta de dibujo, lo que me lleva a otro nivel en términos tecnológicos, y eso no por que sea un medio super moderno, sino por que a veces paso largos ratos en su utilización, como dibujante eso si, saco mis ratos para desarrollar el trazo en papel real y para regodearme con el óleo y sus derivados.

Estoy de acuerdo en varios aspectos que se delimitan y se expanden en la tecnología, y así como vos, planteo una participación conjunta en estos aspectos, mas solidaria, menos "fría", recuerdo los buenos momentos jugando a los juegos de video en pareja, así fuera con un amigo o con un hermano, pero también disfruto de los juegos en linea y no les veo peros.

Aun así, veo que la educación hoy en día es integral uno refuto los procedimientos, primero por que no los he vivido en carne propia y segundo por que cada en quien, en su aula o en su casa tiene el libre albedrío para desarrollar la tecnología y sus aplicaciones sociales.

La buena mar en términos tecnológicos, estaría en aislarse de esta cuando sea necesario, y utilizarla así mismo con el objetivo principal actual, que es el de la comunicación.

Según lo que dice el otro comentario, sies importante la lectura, pero personalmente prefiero leer de un libro de papel, y estoy de acuerdo en que no debemos andar tan rápido en términos de tecnología, y mi visión critica frente a este respecto es que los niños ya casi no juegan, por estar en casa ensimismados, yo al menos salía todas las tardes a jugar al parque, y aunque carezco de hijos, salgo a tomarme un aire de vez en cuando.